Un día con Mia
Lisa Weaver
Una perrita llamada Mia fue adoptada por una familia que vivía en una granja con muchos animales. Todos los días, Mia estaba en la casa con los humanos y ella veía a los animales desde la ventana. Con el pasar del tiempo, Mia creció más grande y fuerte. Ella se preguntó:
– ¿Cuándo voy a poder jugar con los animales?
Entonces un día, su dueña abrió la puerta para que pudiera conocer a los otros animales. Mia estaba muy emocionada porque quería hacer nuevos amigos.
Ella caminó hacia los pollos y les preguntó:
– ¿Quieren ser mis amigos?
Un pollo dijo:
– ¡No! porque no caminas como nosotros.
Mia estaba confundida. Entonces, ella caminó hacia los hermosos caballos porque ella pensó:
– Los caballos tienen cuatro piernas y yo tengo cuatro piernas también. Tal vez ellos quieren ser mis amigos. Mia les preguntó:
– ¿Quieren ser mis amigos?
Un caballo respondió:
– ¡No! porque eres muy baja y nosotros somos muy altos.
Mia estaba muy triste. Ella miró alrededor de la granja y esperaba encontrar algunos amigos que se parecieran a ella. Ella vio algunas vacas en el campo y pensó:
– Las vacas tienen pelo blanco y negro y yo también tengo pelo blanco y negro.
Ella corrió a la cerca y gritó:
– Vacas, ¿quieren ser mis amigas?
– ¡Muuuuuu! repite después de mí… muuuu! – dijo una vaca.
Mia ladró: – ¡Guau, guau!
La vaca respondió:
– ¡Nooooo! Tú no suenas como nosotras, así que no podemos ser tus amigas.
La perrita triste perdió la esperanza. Ella miró alrededor de la granja y encontró unos cerdos en la cima de la colina. Mia pensó:
– Los cerdos son rosados, pero ellos se ven del mismo tamaño que yo.
Ella caminó hasta el pie de la colina y ella preguntó:
– ¿Quieren ser mis amigos?
Uno de los cerdos corrió hacia la cerca y oliendo a Mia dijo:
– Tú no eres suficientemente apestosa como nosotros.
La perrita muy solitaria caminó a la casa para comer su cena en el porche. Después de comer ella fue a tomar una siesta.
Ella se despertó con el sonido de un lobo aullando:
– ¡A-uuuuuuuú!
Mia miró afuera y era de noche. Ella salió de la casa para escuchar el sonido. Mia sabía que el sonido era familiar porque Mia también puede aullar.
El sonido venía de donde los pollos vivían. Ella vio al lobo y notó que el lobo se parecía a ella. Mia estaba muy emocionada porque finalmente ella encontró un amigo como ella.
Mia aulló: – ¡A-uuuuuú! ¿Quieres ser mi amigo?
El lobo dijo: – ¡No! Tengo hambre y me quiero comer los pollos.
Mia dijo: – ¡Eso no es nada amistoso!
El lobo le gruñó a Mia y caminó hacia la cerca donde están los pollos. Mia pensó:
– Los pollos necesitan mi ayuda y entonces ladró muy fuerte, ¡guau, guau, guau!
Su dueña abrió la puerta de la casa y encendió las luces. El lobo corrió hacia el bosque.
Los pollos miraron a Mia y dijeron:
– ¡Muchas gracias! Lo sentimos. Nosotros fuimos malos contigo. ¿Cuál es tu nombre? ¿Quieres ser nuestra amiga?
Mia dijo: – ¡Sí!, yo quiero ser su amiga.
Finalmente, los otros animales de la granja aprendieron que Mia es agradable, divertida y confiable. Mia tiene ahora muchos amigos y el lobo nunca volvió.
Moraleja: Ten paciencia al conocer nuevas personas. Los amigos y amigas pueden venir de muchos colores, tamaños y formas.
Media Attribution
- Narradora: Constanza Rojas-Primus
- Música: Acoustic Breeze, Benjamin Tissot, Bensound’s Royalty Free Music
- Ilustraciones de Lisa Weaver