Una mañana, una cerdita paseaba por el parque con su amiga. Fue un día muy ventoso.

El nombre de la cerdita era Nunnally.

Nunnally y su amiga Korra vieron a otros cerditos jugando en el campo. Podían escucharlos reír y verlos sonreír.

Nunnally los vio jugando con algo que podía volar alto en el cielo.

Curiosas, Nunnally y Korra caminaron hacia ellos.

Nunnally se acercó a uno de los cerditos y le dijo:

– ¿Qué es eso? – señalando la cosa en el cielo.

El cerdito dijo: – Esa es mi cometa.

Nunnally miró hacia el cielo y observó la cometa. Pensó para sí misma lo divertido que sería volar.

Nunnally corrió hacia Korra. Estaba emocionada de contarle a su amiga sobre su idea de ser una cerdita voladora.

Nunnally quería decirle a Korra que iba a volar como las cometas.

Cuando llegó donde Korra, se sentó y le dijo:

– ¡Voy a volar como esas cometas!

Korra la miró, se rió y le dijo:

– ¡Los cerdos no pueden volar!

Nunnally no le creyó y siguió pensando en su plan.

Cuando Nunnally llegó a casa fue directamente a su habitación. Pensó en diferentes formas en las que podría volar.

Después de un par de horas, Nunnally no encontró nada. Ella estaba triste.

Ella pensó que tal vez si tuviera una cometa podría usarla para volar.

Se preguntó si tendrían una cometa en la casa.

Miró en la sala de estar y luego en la cocina, pero no encontró una cometa. Estaba triste otra vez, pero no quería darse por vencida.

Nunnally decidió preguntarles a sus padres si podían comprarle una cometa.

Sus padres le dijeron:

– No necesitas una cometa, ya tienes muchos juguetes.

Nunnally volvió a su habitación y lloró.

A la mañana siguiente, Nunnally se encontró con Korra y fueron a la escuela.

De camino a la escuela, Nunnally vio al cerdito del parque. Él era el que tenía la cometa.

Nunnally corrió hacia él y le preguntó si todavía tenía su cometa. Él le dijo que sí.

Nunally le preguntó:

– ¿Podrías prestarme tu cometa por un día?

El cerdito dijo: – Sí.

Después de la escuela, Nunnally fue al parque para comenzar a trabajar en la cometa.

Trabajó durante horas, pero cuando llegó el momento de irse a casa Nunnally estaba triste y cansada porque todavía no podía volar como una cometa.

Esa noche soñó que volaba por el cielo.

En el sueño ella era la cometa y entonces a la mañana siguiente se puso a trabajar. Ella hizo una cometa de sí misma.

Era otro día ventoso así que corrió al parque.

Miró la cometa que hizo, se parecía a ella. Ella sonrió y comenzó a volar la cometa. ¡Por fin estaba volando!

Moraleja: Los objetivos no siempre se logran como se planean, pero siempre hay diferentes formas de alcanzarlos.

Media Attribution

• Narradora: Constanza Rojas-Primus
• Música: Sunny, Benjamin Tissot, Bensound’s Royalty Free Music
• Ilustraciones de Czaina Beltran